La Torre de Babel by A. S. Byatt

La Torre de Babel by A. S. Byatt

autor:A. S. Byatt [Byatt, A. S.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama, Psicológico
editor: ePubLibre
publicado: 1996-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Frederica está sentada en el subsuelo de Hamelin Square. Intenta escribir y no puede. Frente a ella hay una hoja en blanco. Es el atardecer. En el piso aún perdura un leve olor a pintura. Mira la pared del patio a través de las lamas de la cortina veneciana, de un amarillo ranúnculo, que arrojan la sombra espectral de un enrejado o rejilla sobre la blanca extensión del papel. Tiene un nuevo escritorio de pino claro y una silla de plástico azul oscuro con patas cromadas.

Está rodeada por escritos y no consigue escribir. Tony Watson le ha mostrado al nuevo editor literario de Spyglass algunos de los informes hechos por ella para Bowers && Eden; se trata de un semanario cultural fundado por un miembro menor del grupo Bloomsbury,[56] que subsiste con una precaria circulación y una desmesurada reputación de excelencia y autoridad. Frederica forma parte ahora de un equipo rotativo de cuatro columnistas noveles, y por ello está rodeada por cajas de libros de tapa dura. Puede reseñar cuatro o cinco novelas por artículo, a razón de unas 250 palabras para las más importantes y una frase de unas treinta para las de menor valor. A base de cometer errores, ha aprendido qué se puede decir en 250 palabras y qué no. Es imposible resumir un argumento en tan poco espacio: a lo sumo se puede sugerir una atmósfera, una analogía (el ámbito de Amis, la complejidad moral de Murdoch, el ingenio y la extravagancia de Spark, el norte de Storey, los corredores del poder de Snow). Por mucho que le repitan que no debe usar adjetivos, no tiene elección: los adjetivos deben suplir los juicios y relatos. Horrible, insípido, tenebroso, apático, vigoroso, feroz, complejo, absorbente. Los tópicos se convierten en tales porque son concisos, útiles y evocadores (más adjetivos), pero Frederica tiene su propio nivel de exigencia. Renuncia a utilizar «vívido» y «vivaz», «brillante» (tanto referido a la agudeza mental como a la magnificencia), «hilarante» y toda clase de superlativos. Tras sentirse como la hermana fea calzándose la zapatilla de cristal en el pie ensangrentado, ha empezado a gozar eligiendo un camino preciso entre las diversas posibilidades. Juega limpio. Se asegura de que toda frase mordaz quede compensada por una meramente descriptiva. Cada semana, dos o tres novelistas indignados envían cartas de un millar de palabras como mínimo, para señalar lo que ella no ha dicho. La columna aporta un extra sustancial a sus ingresos, más gracias a la venta de maletas enteras de libros rechazados que por los informes en sí. Por cada libro que reseña, lee y vende unos veinte. Sabe muchísimo sobre cómo no escribir una novela.

En el otro lado de su escritorio hay una pila de libros destinados a su curso de narrativa. Está preparando una clase sobre el amor y el matrimonio en Howards End y Mujeres enamoradas. Ha escrito:



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